miércoles, 5 de junio de 2013

Vidas a imitar

Luis Cardoza y Aragón

Viaje al centro de los libros

Méndez Vides

4 de Junio del 2013
elperiodico.com.gt

Luis Cardoza y Aragón nació en La Antigua en el año de 1904, ciudad de volcanes y ruinas en donde permaneció hasta su partida en 1920 hacia París, esa otra galaxia. De inteligencia inquieta, rebelde, inconforme, peleonero, emotivo, apasionado, lector exigente, descubrió en el nuevo planeta un mundo libre, donde se ejercitaba el surrealismo y se planteaba en la política la necesidad de adoptar el compromiso con la humanidad. El anonadado Luis cortó de manera tajante con el pasado, borró su condición provinciana, rechazó con virulencia excesiva su previa admiración por los modernistas, cortando de tajo el cordón umbilical con sus admirados Gómez Carrillo y Darío, porque aparte de ser autores embargados en causas egoístas asentadas en el refinamiento superficial, los descubrió traidores de las causas sociales al ser cortesanos de los gobernantes, a quienes prestaban sus servicios y daban la corte a cambio de dádivas, vulgares estipendios, honores y regalos. Los modernistas eran las prostitutas de los presidentes. El mundo descubierto era otro. Ya no podía perdonar a los autores oficiales que se agachaban ante el poder y se acomodaban para poder lucir levas de aristócratas y fungir como embajadores en las grandes urbes. Su reacción fue rotunda, intolerante, y toda su vida se la pasó disparando contra el poder, tanto contra los regímenes militares como contra la ceguera dogmática de los totalitarismos. Así se labró amigos y enemigos.

Su obra surgió libre y pura, pero su postura consecuente en el plano del compromiso político le impidió el reconocimiento oportuno en su patria. En sus últimos años de vida rechazó cualquier intento de nuestros gobiernos por enmendar el olvido, con lo cual demostró que podía permanecer digno hasta el final. Nada de dádivas de gobiernos que no contemplan dentro de sus proyectos el interés popular por la cultura, que solo han sabido construir el imperio de la corrupción.

El poeta pudo haber sido objeto de obsesiva admiración o repulsión, pero su obra poética y ensayística se erige como una de las más relevantes de nuestro país en el siglo XX. En próximas oportunidades ahondaremos en los libros, mitos, terrores y pasiones, de un autor nuestro, que así se presenta al inicio de sus memorias: “el delirio de que somos invulnerables, de que el cuerpo que ocupamos se renovará, una y otra vez sin que padezca senectud y menos la inhumana muerte”.

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