Este es un blog desde la ciudad de Antigua Guatemala en Guatemala, Centro América, orientado a la Medicina Interna, Gerontología, Geriatría y Medicina Preventiva y con algunas reflexiones sobre la vida que creo puedan ser relevantes.
viernes, 23 de abril de 2021
jueves, 15 de abril de 2021
Uso de inhibidores de fosfodiesterasa y mortalidad por infarto del miocardio
Hace unos años, un grupo sueco informó de que, tras un primer infarto de miocardio, los pacientes que habían tomado inhibidores de la fosfodiesterasa 5 para la disfunción eréctil tenían un 33 % de mortalidad menos que los que no habían tomado estos fármacos[1]. Ahora, el mismo grupo reporta que, en un grupo de más de 18 000 pacientes coronarios, los inhibidores de esta fosfodiesterasa tenían menos mortalidad, infarto recurrentes u hospitalizaciones, que pacientes tratados con alprostadil local[2]. Estos resultados vienen a confirmar que, administrados con las debidas precauciones, este tipo de fármacos para la disfunción eréctil no solo mejoran la calidad de vida, sino también la supervivencia.
[1] Andersson DP, Trolle Lagerros Y, Grotta A, etc. Association between treatment for erectile dysfunction and death or cardiovascular outcomes after myocardial infarction. Heart 2017; DOI:10.1136/heartjnl-2016-310746.
lunes, 12 de abril de 2021
Si eres muy mayor hay más razones para hacer ejercicio que si eres joven
Esta semana estando hablando con un “urgenciólogo”, por cierto que injusto que aún no exista esta especialidad, y hablábamos de “lo bonito” de cada especialidad. Él comentaba el uso de todo el conocimiento médico, de una buena realización de la historia clínica y el buen uso de las pruebas diagnósticas para llegar a un diagnóstico, y yo le comentaba que eso también se hace en geriatría. Creo además de forma mucho más difícil porque tenemos que valorar “la agresividad” de lo que hacemos.
Pero es que también tenemos una cosa “única” en el mundo hospitalario, como es el trabajo multidisciplinar, tanto en las unidades de agudos de geriatría, como en las unidades de recuperación funcional (media estancia, convalecencia o como queráis llamarlo), con un fin que parece tan poco “sanitario” como vital para las personas mayores. Y es que es todo un placer ver como distintos profesionales de distintas ramas (personal auxiliar, enfermería, medicina, terapia ocupacional, trabajo social, farmacia, logopedia, fisioterapia, rehabilitación…) trabajamos coordinados con un fin común, como es el de no sólo intentar que la enfermedad produzca el menor daño posible, sino intentar conseguir que la persona mayor vuelva a andar. Sin olvidar el aspecto emocional, mental y social, para intentar conseguir volver a casa intentando promover un envejecimiento saludable. Por cierto, del envejecimiento saludable y de cómo conseguirla os he hablado hace nada.
Pero para conseguir esto se necesita reconocer algo que es básico y fundamental. Y es, que la persona mayor no sólo no puede, sino que TIENE Y DEBE HACER EJERCICIO. Sé que ya os he hablado alguna vez de esto aquí mismo, pero de vez en cuando es bueno ser pesado y repetirse para no olvidar algo que es tan vital. Una muestra de esta importancia es el último examen MIR donde se reconoce esto. También hay que decir que visto lo visto con la famosa pregunta sobre la eutanasia tampoco es mucho decir que salga en el examen MIR.
Pero más que fijarme en una pregunta de un examen, creo que es mejor fijarse en lo que dice el editorial de una revista que creo que nadie puede negar su gran importancia, como es el editorial de Izquierdo, Morley y Lucia de hace algo más de un año en el BMJ.
Y es que a falta de un medicamento “mágico” para mejorar la situación física de los mayores, sí que parece que el ejercicio físico funciona.
Este editorial nos recuerda que ya hace más de 30 años que se ha visto que el ejercicio de fuerza en los mayores de 90 años mejora la movilidad funcional, y los ejercicios combinados de fuerza, equilibrio y resistencia también son eficaces no sólo mejorando la movilidad, sino que también disminuyendo las caídas. Y no en jóvenes, sino en “chavalines” de alrededor de 92 años que viven en residencia. Y todo ello sin que se se produzcan problemas de salud o efectos secundarios como tantas veces ocurre con los medicamentos, y que tanto nos preocupan por sus consecuencias tan negativas a veces.
Pero es que no sólo hay que hacer ejercicio en domicilio o en la residencia, sino sobretodo en el hospital. Y esta creo que es una de las bases fundamentales de la geriatría. Pero no lo digo porque sí. Como bien nos recuerda este editorial, el ejercicio durante la hospitalización es básica para evitar la discapacidad iatrogénica nosocomial, deterioro funcional, inmovilidad o como quieras llamarlo. Y con ejercicio no se refieren a hacer pesas, que también, como bien demuestra el trabajo de Martínez Velilla también se puede hacer, sino algo tan difícil y sencillo a la vez como caminar y levantarse de una silla durante unos 20 minutos al día. Lo que sea con tal de no estar sentado todo el día como pasa, por desgracia, en muchas ocasiones, y más ahora con todo esto de la COVID. Esto tan sencillo parece que no sólo mejora el riesgo de inmovilidad y de acabar en una residencia, sino que también disminuye el riesgo de morir, tanto durante la propia hospitalización como tres meses después del alta.
Para aquellos que no quieran o no puedan realizar ejercicios este editorial nos recuerda la importancia de la estimulación neuromuscular a través de la aplicación de energía eléctrica intermitente de alta intensidad. Y es que hay dos estudios muy pequeños (con 16 y 40 participantes cada uno, como veis muy poquitos) que han informado de efectos beneficiosos sobre la fuerza muscular en adultos mayores de 80 años con fragilidad o hospitalizaciones prolongadas.
Sí que estos autores concluyen recordando que se necesita investigar más, ya que las intervenciones de ejercicio y el ejercicio imitando tratamientos como la estimulación eléctrica para los mayores, son “los grandes olvidados” en los estudios médicos. Pero es que además como dicen textualmente: “quedan preguntas importantes sobre la seguridad, la eficacia y la variabilidad inherente entre personas en respuesta al ejercicio. Comprender esta variabilidad es fundamental para identificar los mejores métodos de tratamiento (ejercicios simples v multicomponentes) e intensidad (ejercicios de resistencia de baja o moderada o alta intensidad) para preservar, e idealmente mejorar, la capacidad física en edades muy avanzadas.”
Y como decía el examen MIR, antes de recetar cualquier pastilla que se nos ocurra recetemos ejercicio. Es algo difícil tanto de recetar como de ser aceptado por muchas personas mayores como vivo diariamente. Pero aquellos que acaban haciendo caso y aceptan la receta del ejercicio, ya sea sencillo como el de levantarse, o ya más estructurado como los ejercicios de vivifrail, no sólo lo acaba agradeciendo, sino que también ven que mejoran en muchos aspectos.
Bibliografía
martes, 6 de abril de 2021
Avances en Medicina
Compartido por WA por el Dr. Rodolfo de Jesús Palencia
La vacuna Pfizer-BioNTech protege
adolescentes (Mandavilli
A, Mar 31; Nature 2021)
La
eficacia de la vacuna demostró ser muy adecuada, más que en adultos, sin
infecciones sintomáticas en jóvenes de 12 a 15 años quienes la recibieron y sin
eventos adversos.
Dr.
Walensky, director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades
(CDC); en los EEUUA los menores de 18 años representan el 23% de la población
(porcentaje similar a lo que ocurre en nuestro país; en México hay 37,504,392
jóvenes de 12 a 29 años de edad. Los jóvenes representan el 31.4% de la
población total de México).
El
estudio incluyó 2,260 adolescentes de 12 a 15 años, quienes recibieron dos
dosis de la vacuna con 3 semanas de diferencia entre ambas. Los que recibieron
la vacuna tuvieron niveles más altos de anticuerpos comparativamente con el grupo
de 16 a 25 años.
Pfizer
y BioNTech iniciaron estudio clínico con vacunación a niños menores de 12 años
(5 a 11 años) y probarán ya la vacunación a los de edades entre 2 y 5 años,
seguido de estudios en niños entre 6 meses a 2 años.
Moderna
también está en la misma línea con vacunación a niños de las edades
mencionadas. AztraZeneca empezó vacunación en el último mes para niños desde 6
meses.
Sistemas no tradicionales en edad
avanzada (Mikuła‑Pietrasik J et al. Cell Mol Life
Sci 2021; 78: 1275-304)
La
edad se considera fenómeno con diferentes perspectivas, por su evolución y
mecanismo, que tiene diferentes niveles de organización (individuos, población,
órganos/tejidos, células, moléculas).
El hablar de nivel celular o senescencia,
lleva implícito degeneración y muerte, idea contraria al concepto de Alexis
Carrel (“el ser humano plausiblemente es intrínsicamente inmortal”) y
discutible para lo mencionado de “no senescencia de células cancerosas que
proliferan indefinidamente”.
De
las teorías mejor conocidas sobre la edad, están las de “altibajos” como ocurre
en invertebrados, como las moscas con deficiencia de enzima antioxidante
superóxido dismutasa, lo que aumenta el estrés oxidativo y acorta su vida, o en
la levadura Saccharomyces cerevisiae
en que la deleción del gen SOD acelera la edad y su sobre-expresión aumenta
supervivencia; lo anterior, no se traslada tal cual a mamíferos como lo
observado en el ratón Mus musculus (con genoma muy similar al del ser humano) y
particularmente al ser humano que tiene razones para deterioro morfológico y
funcional asociado a la edad que permite el incremento a la posibilidad de morir.
Los
organismos pueden vivir por período extendido de tiempo sin signos de
envejecimiento, sin embargo, mientras más viven, mayor es la probabilidad de
morir, con más o menos deterioro evidente de su morfología y aptitudes físicas.
De
los vertebrados más longevos, destaca el tiburón de Groenlandia (Somniosus
microcephalus) con supervivencia que alcanza 392 + 120 años, los que
viven 2000 m bajo el agua a temperaturas de -1 y 10oC; esta especie
tiene niveles altos de GPx (enzima glutatión peroxidasa) y bajos de proteínas
carboniladas en eritocitos, que sugieren proporción benéfica de parámetros
redox óxido reducción); a pesar de lo fascinante, no se han podido identificar los
determinantes moleculares ni celulares, aunque es posible que la larga vida esté
asociada a factores ambientales como depredación mínima.
Los
autores de la revisión consideran que se reconocen mecanismos de potencial
diferente magnitud que influyen en edad, longevidad y mortalidad como 1. Divisiones
celulares, regeneración y senescencia; 2. Resistencia a cáncer; 3. Adaptaciones
específicas y metabólicas; 4. Condiciones ambientales; 5. Signos asociados a reproducción y 6. Calidad
de control y daño a macromoléculas; todo lo anterior contribuye a reparaciones
de DNA y mantenimiento de telómeros (de cromosomas). Todo lo anterior que contribuye
a longevidad y mortalidad, parece ser mucho más complejo y específico de
especie.
Genoma del tiburón ballena con
propiedades fisiológicas y genómicas a escala con el volumen corporal (Weber JA et al. Proc Natl Acad Sci 2020; 117:
20662–71)
El
tiburón ballena (Rhincodon tipus), en
peligro de extinción es el pescado de mayor magnitud y de los que más
supervivencia alcanza, miembro del Elasmobranchii
clade. Para caracterizar su genoma y rasgos biológicos, los investigadores
secuenciaron el genoma de 83 de estos animales. El aumento de su supervivencia
se correlacionó con su tamaño corporal y tasa metabólica basal, longitud de
genes e intrones, con conectividades genéticas neurales más largas (incluyen
genes de neurodegeneración, conectividad y actividad).
El
tiburón ballena alcanza los 20 metros y 42 toneladas, con supervivencia de 80
años. Del estudio de su genoma, emergen a destacar la longitud del genoma (3.2
Gb), longitud de intrones y genes a escala con su tamaño corporal, algunos
rasgos genómicos se relacionan a la tasa metabólica basal y la masa y
temperatura corporales, mayor dimensión de genes neurales con mayor
conectividad.
Más sobre mitocondrias
extra-eficientes en deportistas de alto rendimiento (King A. Nature 2021; 592: S7-9)
Usain
Bolt ganó la carrera de los 100 m en los Juegos Olímpicos de 2016 en 9.81
segundos y 42 zancadas y unos días después, Eliud Kipchoge ganó el maratón de
42 km en 2 horas y 8 minutos. Ambos depletaron su fosfato de creatina, molécula
almacenada en músculo que genera energía, en pocos segundos, lo que forzó a la
utilización de glucosa para proveer la energía (ATP) muscular.
John
Hawley, fisiólogo de la Universidad Católica de Melbourne, Australia, así como David
Hood científico mitocondrial, de la Universidad de Toronto Canadá, mencionan
que las mitocondrias de estos deportistas se activan rápidamente para los
requerimientos de lo explosivo de su ejercicio. Las mitocondrias son muy
dinámicas, se unen y separan continuamente y son muy sensibles al
entrenamiento; aumentan en 14 días luego de ejercicio sostenido. Bajo presión,
el cuerpo promueve biogénesis, acelera la remoción de mitocondrias viejas y
disfuncionales, promueve la generación de mitocondrias y cambia su estructura y
función. Tales adaptaciones dependen del tiempo e intensidad de ejercicio y
pueden observarse aún en personas sedentarias y de edad, posterior a
entrenamientos físicos.
El
cuerpo del atleta se aclimata a entrenamientos a alturas elevadas, aumenta su
volumen sanguíneo, su cuenta de glóbulos rojos, el gasto cardíaco y permite al
músculo captar oxígeno necesario y reforzar las mitocondrias, con incremento en
su volumen en 6 a 8% al mes. También hay aclimatación similar cuando se entrena
a temperaturas mayores; las proteínas de choque de calor están inmersas en esas
adaptaciones y alcanzar mejor capacidad y algunas (HSP72) aumentan la síntesis de novo de las mitocondrias.
Investigadores
por otro lado, han demostrado alteraciones mitocondriales en padecimientos como
diabetes, obesidad y enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer, además de
cáncer y enfermedades cardiovasculares.