Diez consejos prácticos para la tromboembolia pulmonar aguda
La tromboembolia pulmonar tiene múltiples facetas y diagnósticos diferenciales. Su gravedad potencial exige agilidad en el diagnóstico y en el tratamiento, con un margen de error tolerable muy estrecho.
A continuación se expone un resumen con 10 consejos prácticos y simples destacados por el grupo de expertos de la European Society of Cardiology (ESC) para el diagnóstico y el tratamiento de la tromboembolia pulmonar aguda que pueden atenuar nuestras dificultades:[1]
En los pacientes con inestabilidad hemodinámica debe realizar un ecocardiograma a la cabecera del paciente como prueba de imagen rápida e inmediata para distinguir la sospecha de riesgo alto de tromboembolia pulmonar de otras situaciones agudas que ponen en riesgo la vida.
Ante la sospecha de tromboembolia pulmonar aguda, después de poner en marcha la evaluación diagnóstica debe iniciar la anticoagulación lo más rápidamente posible, excepto si el paciente presenta una hemorragia o tiene una contraindicación absoluta.
Utilice algoritmos diagnósticos recomendados y homologados para la tromboembolia pulmonar, incluyendo una evaluación estandarizada de la probabilidad clínica (previa a la prueba) y del análisis del dímero D para evitar pruebas de diagnóstico por imagen innecesarias, caras y potencialmente perjudiciales.
Si la angiotomografía indica una tromboembolia pulmonar subsegmentaria única, debe tener en cuenta la posibilidad de un hallazgo positivo falso. Vale la pena buscar una segunda opinión para evitar un error diagnóstico y una anticoagulación innecesaria.
Ante la confirmación de la tromboembolia pulmonar sin inestabilidad hemodinámica debe realizar una evaluación adicional del riesgo combinando los hallazgos clínicos, la evaluación del tamaño o la función del ventrículo derecho y los biomarcadores de laboratorio, según sea apropiado, para decidir si es necesario el tratamiento o la monitorización de la reperfusión en pacientes de alto riesgo o valorar un alta temprana con continuación de la anticoagulación en régimen ambulatorio en los pacientes de riesgo bajo.
En los pacientes con tromboembolia pulmonar de riesgo alto debe elegir la mejor opción de reperfusión (trombólisis sistémica, embolectomía quirúrgica o tratamiento por catéter) teniendo en cuenta el perfil de riesgo del paciente y los recursos disponibles. Estos tratamientos deben estar disponibles como una opción para los pacientes con riesgo intermedio/alto que presentan empeoramiento del estado clínico.
En ausencia de contraindicaciones es preferible un anticoagulante oral directo a los tratamientos "clásicos" con heparina o antagonistas de la vitamina K.
Después de un primer episodio de tromboembolia pulmonar el riesgo de recidiva de la tromboembolia venosa persiste a lo largo de la vida (excepto si la tromboembolia pulmonar aguda está relacionada con un factor de riesgo potente transitorio/reversible). Por esta razón se recomienda reevaluar al paciente después de 3 a 6 meses de anticoagulación, teniendo en cuenta los riesgos y los beneficios y las preferencias del paciente relacionadas con el tratamiento, además de un seguimiento periódico regular.
Ante una sospecha de tromboembolia pulmonar en una mujer embarazada debe aplicar los algoritmos diagnósticos incluyendo la tomografía pulmonar o la gammagrafía de ventilación/perfusión que pueden emplearse con seguridad durante el embarazo.
Después de una tromboembolia pulmonar aguda debe realizar al paciente un seguimiento y una evaluación adecuada de los signos de recidiva de la tromboembolia venosa, cáncer, complicaciones hemorrágicas de la anticoagulación, limitación funcional o hipertensión pulmonar tromboembólica crónica. Diez consejos prácticos para la tromboembolia pulmonar aguda - Medscape - 21 de feb de 2022.
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