Esta semana estando hablando con un “urgenciólogo”, por cierto que injusto que aún no exista esta especialidad, y hablábamos de “lo bonito” de cada especialidad. Él comentaba el uso de todo el conocimiento médico, de una buena realización de la historia clínica y el buen uso de las pruebas diagnósticas para llegar a un diagnóstico, y yo le comentaba que eso también se hace en geriatría. Creo además de forma mucho más difícil porque tenemos que valorar “la agresividad” de lo que hacemos.
Pero es que también tenemos una cosa “única” en el mundo hospitalario, como es el trabajo multidisciplinar, tanto en las unidades de agudos de geriatría, como en las unidades de recuperación funcional (media estancia, convalecencia o como queráis llamarlo), con un fin que parece tan poco “sanitario” como vital para las personas mayores. Y es que es todo un placer ver como distintos profesionales de distintas ramas (personal auxiliar, enfermería, medicina, terapia ocupacional, trabajo social, farmacia, logopedia, fisioterapia, rehabilitación…) trabajamos coordinados con un fin común, como es el de no sólo intentar que la enfermedad produzca el menor daño posible, sino intentar conseguir que la persona mayor vuelva a andar. Sin olvidar el aspecto emocional, mental y social, para intentar conseguir volver a casa intentando promover un envejecimiento saludable. Por cierto, del envejecimiento saludable y de cómo conseguirla os he hablado hace nada.
Pero para conseguir esto se necesita reconocer algo que es básico y fundamental. Y es, que la persona mayor no sólo no puede, sino que TIENE Y DEBE HACER EJERCICIO. Sé que ya os he hablado alguna vez de esto aquí mismo, pero de vez en cuando es bueno ser pesado y repetirse para no olvidar algo que es tan vital. Una muestra de esta importancia es el último examen MIR donde se reconoce esto. También hay que decir que visto lo visto con la famosa pregunta sobre la eutanasia tampoco es mucho decir que salga en el examen MIR.
Pero más que fijarme en una pregunta de un examen, creo que es mejor fijarse en lo que dice el editorial de una revista que creo que nadie puede negar su gran importancia, como es el editorial de Izquierdo, Morley y Lucia de hace algo más de un año en el BMJ.
Y es que a falta de un medicamento “mágico” para mejorar la situación física de los mayores, sí que parece que el ejercicio físico funciona.
Este editorial nos recuerda que ya hace más de 30 años que se ha visto que el ejercicio de fuerza en los mayores de 90 años mejora la movilidad funcional, y los ejercicios combinados de fuerza, equilibrio y resistencia también son eficaces no sólo mejorando la movilidad, sino que también disminuyendo las caídas. Y no en jóvenes, sino en “chavalines” de alrededor de 92 años que viven en residencia. Y todo ello sin que se se produzcan problemas de salud o efectos secundarios como tantas veces ocurre con los medicamentos, y que tanto nos preocupan por sus consecuencias tan negativas a veces.
Pero es que no sólo hay que hacer ejercicio en domicilio o en la residencia, sino sobretodo en el hospital. Y esta creo que es una de las bases fundamentales de la geriatría. Pero no lo digo porque sí. Como bien nos recuerda este editorial, el ejercicio durante la hospitalización es básica para evitar la discapacidad iatrogénica nosocomial, deterioro funcional, inmovilidad o como quieras llamarlo. Y con ejercicio no se refieren a hacer pesas, que también, como bien demuestra el trabajo de Martínez Velilla también se puede hacer, sino algo tan difícil y sencillo a la vez como caminar y levantarse de una silla durante unos 20 minutos al día. Lo que sea con tal de no estar sentado todo el día como pasa, por desgracia, en muchas ocasiones, y más ahora con todo esto de la COVID. Esto tan sencillo parece que no sólo mejora el riesgo de inmovilidad y de acabar en una residencia, sino que también disminuye el riesgo de morir, tanto durante la propia hospitalización como tres meses después del alta.
Para aquellos que no quieran o no puedan realizar ejercicios este editorial nos recuerda la importancia de la estimulación neuromuscular a través de la aplicación de energía eléctrica intermitente de alta intensidad. Y es que hay dos estudios muy pequeños (con 16 y 40 participantes cada uno, como veis muy poquitos) que han informado de efectos beneficiosos sobre la fuerza muscular en adultos mayores de 80 años con fragilidad o hospitalizaciones prolongadas.
Sí que estos autores concluyen recordando que se necesita investigar más, ya que las intervenciones de ejercicio y el ejercicio imitando tratamientos como la estimulación eléctrica para los mayores, son “los grandes olvidados” en los estudios médicos. Pero es que además como dicen textualmente: “quedan preguntas importantes sobre la seguridad, la eficacia y la variabilidad inherente entre personas en respuesta al ejercicio. Comprender esta variabilidad es fundamental para identificar los mejores métodos de tratamiento (ejercicios simples v multicomponentes) e intensidad (ejercicios de resistencia de baja o moderada o alta intensidad) para preservar, e idealmente mejorar, la capacidad física en edades muy avanzadas.”
Y como decía el examen MIR, antes de recetar cualquier pastilla que se nos ocurra recetemos ejercicio. Es algo difícil tanto de recetar como de ser aceptado por muchas personas mayores como vivo diariamente. Pero aquellos que acaban haciendo caso y aceptan la receta del ejercicio, ya sea sencillo como el de levantarse, o ya más estructurado como los ejercicios de vivifrail, no sólo lo acaba agradeciendo, sino que también ven que mejoran en muchos aspectos.
Bibliografía
1 comentario:
Muy interesante este artículo. Muchas veces nos olvidamos de la importancia que tiene el ejercicio en el cuidado de la salud de personas mayores
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