Una de mis pasiones es la lectura
de artículos de Medicina y este que ha sido publicado en Medscape me ha
parecido sumamente interesante, no sólo por el uso de los edulcorantes en
pacientes diabéticos, sino porque lo usan las gentes que tienen sobrepeso y se
encuentran en muchas bebidas que consumimos.
Opinion del Experto
Edulcorantes artificiales:
¿un lobo disfrazado de cordero?
Dr. David A. Johnson
Edulcorantes artificiales: ¿un lobo disfrazado de
cordero? Medscape. 18 de Abrl de 2016.
¿No tan dulce?
Hola. Soy el Dr. David Johnson, profesor de
medicina y jefe de gastroenterología en la Escuela Médica de Virginia del Este
en Norfolk, Virginia.
Recientemente asistí a un congreso en el Instituto
Weizmann de Ciencia en Rehovot, Israel, y quise resaltar alguna información muy
fascinante en torno a los edulcorantes artificiales no calóricos.
Se han utilizado ya durante más de un siglo y se
comercializan seis edulcorantes artificiales en Estados Unidos. Se suelen
utilizar en diversos alimentos, refrescos procesados y otros productos que por
lo general vemos en los estantes y que ingerimos tal vez todos los días. Los
edulcorantes artificiales a menudo se recomiendan a pacientes con prediabetes,
diabetes u obesidad en virtud de que son no calóricos y no tienen un azúcar
absorbible.
¿Realmente son buenos para las personas? Los datos
sobre el control glucémico en pacientes con diabetes u obesidad son muy
contradictorios. Lo que quiero comunicarles hoy día es por qué algunos de estos
edulcorantes artificiales realmente no son buenos y, de hecho, pueden ser
malos.
Una serie fascinante de experimentos
Veamos una serie fascinante de experimentos del
Instituto de Ciencia Weizmann. [1]
Primeramente, dieron a ratones tres edulcorantes
artificiales: sacarina, sacarosa (Splenda®) y aspartame. (Estos son los tres
edulcorantes artificiales que más se utilizan pero también hay otros tres más).
Compararon a los ratones que fueron alimentados con estos edulcorantes con
ratones que recibieron comida habitual y glucosa o sacarosa, que son azucares
absorbibles. Al final del experimento de 4 semanas, se observó un profundo
efecto sobre el control glucémico de los ratones a los que se les alimentó con
edulcorantes artificiales no calóricos; tuvieron una desregulación importante
del control de su glucemia. La sacarina tuvo el efecto más acentuado, así que
llevaron a cabo otro experimento utilizando una dosis más baja de sacarina, el cual
demostró el mismo tipo de agravamiento de la glucemia en los ratones.
¿Estuvo este efecto relacionado con el microbioma?
Sabemos que los glúcidos pueden ser fermentables; los glúcidos no calóricos
pueden presentarse al tubo digestivo y el microbioma puede aprovecharlos. El
microbioma puede convertirlos en sustancias que pueden fermentarse y luego
regulan por incremento determinadas vías metabólicas por sí mismos, a través de
productos de degradación, o pueden tener un efecto prebiótico. En un efecto prebiótico,
la sustancia ingerida puede de hecho ser tóxica a causa de los productos de
desecho metabólico que las bacterias generan y pueden suprimir a otras
bacterias o pueden favorecer la proliferación de las bacterias malas, creando
lo que llamamos disbiosis intestinal.
En el modelo de edulcorante artificial, los
investigadores del Instituto de Ciencia Weizmann durante 4 semanas
administraron antibióticos a los ratones con intolerancia glucémica provocada
por el edulcorante artificial. Demostraron que los antibióticos contrarrestaban
este efecto sobre la intolerancia a la glucemia. Así que los antibióticos
dirigidos a las bacterias de hecho corregían el control de la glucemia y lo
normalizaban. Esto parece indicar que la microflora fue parte integrante de esto,
si no es que el elemento fundamental del problema.
Avanzaron un paso más y analizaron algunas de
las consecuencias metabólicas, incluyendo lo que llamamos metagenómica, donde
las vías son reguladas por incremento por algunos de estos cambios bacterianos.
Lo que observaron fue que hubo una serie de regulaciones por incremento en las
vías. Una regulación por incremento de la vía, en concreto, en los ratones
alimentados con sacarina, fue un aumento en la vía de degradación de glicano.
Esta es la vía que se ha relacionado intensamente ―no solo en los ratones sino
también en seres humanos― con diabetes y obesidad. Además de la vía de
degradación de glicano, otras vías en los ratones alimentados con sacarina
fueron reguladas por incremento, por ejemplo, las vías que intensifican el
metabolismo de almidón, sacarosa, fructuosa y manosa así como la biosíntesis de
folato, glicerolípido y ácidos grasos. En cambio, los ratones que no recibieron
la sacarina no tuvieron estos efectos. Estas regulaciones por incremento
metagenómicas están bien reconocidas como vías que se expresan y que se
intensifican en la diabetes y en la obesidad. Lo que demostraron cuando
analizaron el microbioma y el perfil genómico de las bacterias fueron
incrementos en las bacterias pertenecientes al géneroBacteroides y la orden Clostridiales y
reducciones de la especie Lactobacillus reuteri en los ratones alimentados con
sacarina. De nuevo, podemos ver que no solo hay una disbiosis, sino que hay un
patrón que es reproducible en estos estudios.
Hallazgos también relevantes
para los seres humanos
En seguida, evaluaron estos
hallazgos en seres humanos, utilizando una base de datos con caracterización
nutricional en un gran número de pacientes, mediante la obtención continuada de
datos.[1] Identificaron
a 381 no diabéticos en su base de datos, con casi 44% varones. Analizaron las
relaciones con el control de la glucemia y la ingestión de edulcorantes
artificiales no calóricos. Tuvieron una forma muy dinámica de analizar el
recuerdo de los alimentos ingeridos mediante un cuestionario de antecedentes
alimentarios validado.
Cuando analizaron esto y lo
corrigieron con respecto a la exposición a edulcorantes artificiales no
calóricos, observaron incrementos en sustancias que se esperarían del modelo
del ratón. Hubo incrementos en la hemoglobina A1c, más prediabetes, disminución
de la tolerancia a la glucosa, alteración de la glucosa en ayunas e incremento
del peso corporal y de los cocientes cintura a cadera. Así que se observó este
patrón de obesidad central en el síndrome metabólico. Todos estos cambios
estuvieron relacionados con esta exposición a edulcorantes artificiales no
calóricos, y al parecer hubo un efecto relacionado con la dosis. En otras
palabras, las personas que utilizaban más de estos edulcorantes artificiales no
calóricos tenían incluso efectos más acentuados.
Esto no quedo allí,
avanzaron un paso más y analizaron a siete participantes delgados sanos y les
proporcionaron la ingesta diaria de sacarina aceptada por la Food and Drug
Administration de Estados Unidos. Analizaron el efecto glucémico como una
respuesta únicamente a la ingestión de sacarina, con comidas normalizadas. He
aquí que 4 de los 7 participantes presentaron de hecho alteración de la tolerancia
a la glucosa y fue notablemente anómala su respuesta glucémica en relación con
las del inicio. De hecho, el valor de la p fue < 0,001 en su relación con su
cambio con respecto al inicio. Así que 4 de los 7 participantes tuvieron
intolerancia intensa a la glucosa.
También analizaron la
respuesta en el microbioma y observaron que ocurrieron cambios intensos en
estos 4 participantes. Los 3 participantes que no tuvieron la intolerancia a la
glucosa también fueron objeto de un análisis del microbioma, pero al parecer no
fue diferente de su análisis al inicio. Así que algo en estos 4 participantes
realmente pareció modificarse. Cuando estos pacientes reanudaron su
alimentación normal y suspendieron su ingesta de sacarina, volvieron a
recuperar su tolerancia a la glucosa normal.
Luego analizaron las heces
de estos 7 participantes y efectuaron transposición de las mismas a ratones.
Los ratones sin microorganismos recibieron las heces de los 4 participantes con
intolerancia a la glucosa; presentaron también intolerancia a la glucosa. Por
consiguiente, este fue un fenómeno transmisible utilizando un trasplante fecal.
Un efecto profundo
Los edulcorantes
artificiales a menudo se utilizan en todo el mundo para tratar de disminuir la
exposición a la glucosa, incrementar el control de la glucemia y disminuir la
tendencia a la obesidad. De hecho, lo que estamos observando es que estos
edulcorantes artificiales en realidad tienen un profundo efecto sobre las
consecuencias metabólicas relacionadas con la disbiosis, pese a que no tienen
calorías. Esta disbiosis estimula una serie de vías diferentes que posiblemente
aumenten el riesgo de presentación de diabetes o exacerben el descontrol de la
glucemia en pacientes con diabetes, y lo mismo para la obesidad.
A medida que tratamos de
mejorar estos estados patológicos, de hecho podemos estarlos agravando. Para
concluir, comprador, cuidado con los pacientes que tienen diabetes u obesidad.
Esto edulcorantes artificiales ciertamente pueden ser parte, si no es que la
causa principal del problema, y los pacientes deben comentar con su médico el
empleo de estos edulcorantes. Los médicos que recomiendan estos edulcorantes
deben reflexionar y reevaluar realmente sus recomendaciones, sobre todo a sus
pacientes con diabetes y obesidad. De hecho, tal vez estemos lidiando con un
lobo disfrazado de cordero.
Soy el Dr. David Johnson.
Gracias por su atención.
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